Cuando era niña... | Pretérito imperfecto


Cuando era niña, me encantaba ir a la playa. Pasaba horas y horas frente al mar y miraba las olas mientras venían y se iban al compás del canto de las aves. Me gustaba llevar conmigo un barrilete y una pequeña cubeta. En esos instantes me convertía en todo lo que quería ser: en sirena, en pez, en piloto, en ave, en viento, en constructora de ciudades, en mar, sol y arena... me convertía en libertad. Saltaba sobre las olas mientras sostenía la mano de mi padre y en ese momento no había fuerza más grande que la de su amor en mi mano; enterraraba a mi hermanito en la arena y reíamos cada vez que le hacía una pancita más grande que la suya con la arena o cuando hacíamos pequeños hoyos en la playa como piscinas y las olas los llenaban de agua; le hacía collares con conchitas a mi madre y ella me hacía otros a mí. 

Cuando el sol se escondía, yo corría por toda la orilla del mar mientras reía y escapaba de los cangrejitos que salían de la arena y saludaban al sol. Adoraba esa línea que acariciaba el cielo y el mar como esa que se formaba cuando mi madre ponía su mano sobre la mía. Mi madre me preguntaba qué era lo que más disfrutaba de la playa mientras me dejaba estar en sus brazos y me acariciaba el cabello. Me decía lo que a ella le gustaba y recogíamos todas nuestras cosas. 
Durante el trayecto de regreso a casa veía todo lo que corría a los lados de las ventanas del carro y pensaba en todo lo que me hacía feliz. La primera cosa en mi lista era que toda la felicidad y el amor que existían se encontraban en ese mismo momento dentro de mí.


Tal vez amaba un poco más la playa cuando era pequeña, quizá me olvidaba de todo lo demás y mi mundo eran esas tres personas, el sol y el mar nada más.

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